Ian Garrick-Bethell, el líder del estudio publicado en la revista 'Nature', declaró que un análisis detallado de los datos topográficos, obtenidos con un altímetro de láser, llevó a la conclusión de que la forma de la Luna no es redonda: se parece más a un limón con una "protuberancia ecuatorial".
La Luna se formó hace aproximadamente 4.000 millones de años, e inicialmente su temperatura y velocidad de rotación eran mucho más altas. Además, se encontraba más cerca de la Tierra. Los científicos suponen que la influencia de las fuerzas de las mareas de nuestro planeta cambió la forma de la Luna haciéndola más parecida a un limón.
Además, el equipo observó que el espesor de la corteza lunar no es uniforme, lo cual, en su opinión, se debe al hecho de que las fuerzas gravitacionales de la Tierra calentaron el núcleo del satélite. Precisamente por eso en los polos de la Luna la superficie es más fina que en el ecuador.
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