Los investigadores explican en un estudio publicado en la revista científica Frontiers in Psychology cómo han usado la tecnología de la realidad virtual para simular el viaje en el tiempo.
En la prueba participaron 32 personas divididas en dos grupos de 16 individuos, con la diferencia de que uno sabía que viajaba en el tiempo y el otro no. Los dos equipos fueron sumergidos en un mundo virtual donde presenciaron cómo una persona armada empezaba a disparar a las personas que tenía alrededor dentro de una galería de arte. A partir de este escenario los dos grupos implicados tuvieron la posibilidad de viajar al pasado tres veces más para intervenir en la historia y prevenir el asesinato.
Volver a los actos del pasado induce el sentimiento de culpabilidad
Los resultados de la investigación han revelado que los participantes conscientes del viaje en el tiempo han conseguido vivir por completo la ilusión de vuelta al pasado. En el mundo virtual estos se han podido mover y hablar igual que en la vida real demostrando una fuerte relación con sus identidades digitales.
«En la realidad virtual el bajo nivel del sistema perceptivo del cerebro no distingue entre el mundo real y virtual. El cerebro toma tal cual lo que ve y escucha en su entorno. Por lo tanto, si han experimentado la ilusión del viaje en el tiempo está implícito que el pasado es mutable: mis propias decisiones del pasado no cuentan porque se pueden cambiar», explica el profesor Mel Slater, uno de los coautores del estudio.
La posibilidad de modificar los actos pasados ha abierto la problemática de la moralidad para una gran parte de los participantes al experimento. A la tercera vuelta al mundo virtual, los que eran conscientes del viaje en el tiempo se han enfrentado a un dilema moral: han tenido que elegir entre cambiar los hechos y prevenir que mueran cinco personas a expensas de otra o no hacer nada y dejar que la persona armada mate a los cinco.
Al final de la prueba se ha observado que la mayoría de los sujetos ha optado por intervenir en la situación. Por lo tanto, así como apuntan los científicos, la ilusión del viaje al pasado ha producido un aumento del sentimiento de culpa por los eventos ocurridos que se ha compensado por la búsqueda de una solución a este dilema moral.
Viajar en el tiempo es un tema combatido por las leyes de la física así que de momento quedará reservado para la literatura científico fantástica, el cine, y los experimentos de realidad virtual. Eso sí, el método puede tener efectos terapéuticos. El equipo investigador declara que prácticas de este tipo podrían ayudar a las personas a superar los trastornos de estrés postraumático o revalorar las malas decisiones del pasado.
Lo que dice la ciencia sobre los viajes en el tiempo
Según la teoría de la relatividad de Albert Einstein, viajar en el tiempo hacia el futuro es muy complicado pero no imposible, porque el tiempo se ralentiza o acelera en función de la rapidez a la que se mueva un objeto con respecto a otra cosa. Según este científico, si el objeto viaja suficientemente rápido, por encima de la velocidad de la luz (300.000 kilómetros por segundo), puede ir al futuro. En la paradoja de los gemelos, el científico explicó que un gemelo que se quedase en la Tierra envejecería más rápido que uno que viajara en una nave espacial. J. C. Hafele y R. Keating demostraron esta teoría con relojes atómicos de cesio que montaron en varios aviones, y que se retrasaron un poco respecto a otro situado en la Tierra.
Otro ilustre científico, Stephen Hawking, asegura que si el hombre fuera capaz de construir una nave gigantesca (por la enorme cantidad de combustible que iba a necesitar), y que viajase a 1.000 millones de kilómetros por hora, el traslado en el tiempo sería posible. A la máxima velocidad, cada día en la nave equivaldría a un año en la Tierra. Siempre hacia adelante en el tiempo porque tanto la masa como la energía total son positivas.
De esta forma, los viajes hacia atrás en el tiempo sólo son posibles en el cine porque, como dice el propio Hawking, la ausencia de turistas venidos del futuro parece evidenciar que no hay (ni habrá) tecnología alguna que lo permita…
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