Enterrado debajo de cientos de años de arena y roca, Blue J es un antiguo asentamiento en Pueblo, Nuevo México, que apenas comienza a revelar sus secretos. Por más de cuatro décadas, los arqueólogos han descubierto gradualmente los restos de casas, plazas, y otros edificios en construcciones que datan el siglo 11. Ahora, gracias a la tecnología de punta, se ha logrado sacar a la luz nueva información que demuestra que el asentamiento es mucho más grande e importante de lo pensado.
La gente del Pueblo Ancestral perteneció a la cultura amerindia que se asentó en el sur de Utah, al noreste de Arizona, al norte de Nuevo México, y al suroeste de Colorado. Los característicos edificios y viviendas de estas culturas estaban realizados en cuevas y bajo salientes de los acantilados por motivos principalmente estratégicos y defensivos.
A pesar que el término no es predilecto de los contemporáneos Indios Pueblo, los arqueólogos suelen identificar a estos grupos culturales como los Anasazi, los cuales son conocidos por sus casas en acantilados en el Parque Nacional Mesa Verde, además de por sus amplios conocimientos astronómicos, pinturas rupestres, y por su misteriosa desaparición.
El asentamiento Blue J se encuentra poco explorado, yace a 70 kilómetros al sur del Cañón del Chaco, el cual alberga una excepcional concentración de pueblos nativo americanos. Las construcciones en el Cañón alcanzaban los cuatro o cinco pisos de altura y contenían hasta setecientas habitaciones y una docena de kivas (cuartos usados con propósitos ceremoniales). A menudo, se construía siguiendo patrones y alineaciones celestiales, construcciones que incluían sistemas de recolección de agua y una red de rutas enlazadas a comunidades de las afueras. Todo esto evidencia una sofisticada y organizada cultura con el Cañón del Chaco como centro neurálgico.
A diferencia de las increíbles características e ingeniería aplicada en el Cañón del Chaco y el Parque Nacional Mesa Verde, el asentamiento de Blue J es un enigma. Hasta la fecha, los investigadores apenas llevan descubiertas cerca de 60 casas alrededor de una serie de plazas, pero ninguna pista que sugiriera la existencia de edificios con pisos múltiples o kivas subterráneas.
No obstante, una nueva investigación publicada en el Journal of Archaeological Science y llevada a cabo con la asistencia de un drone a control remoto equipado con sensores infrarrojos, permitió a los investigadores valerse de la termografía para echar un vistazo a lo que yace bajo el suelo del desierto… y se dieron linda sorpresa. El Dr. John Kantner, en conjunto con arqueólogos de la Universidad de North Florida, ha descubierto nuevos rasgos en el área que podrían reformular la perspectiva que se tenía hasta ahora sobre el tamaño, alcance, y afiliaciones culturales de la comunidad de Blue J.
“El trabajo del drone nos mostró que estos sitios son mucho mayores debajo de la superficie de lo que aparentan ser en la superficie”, dijo Kantner. “El drone identificó al menos una anomalía circular en el terreno que podría corresponder a una kiva de grandes dimensiones”.
Según Katner, el descubrimiento de kivas sería de suma importancia al significar que Blue J estaba bajo la esfera de influencia de la estructura religiosa del Cañón del Chaco.
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