Los robots ya están aquí, en mayor cantidad, y con tecnología más precisa. Esto podría ser escalofriante, pero quizá los humanos nos liberemos, gracias a los robots, de empleos esclavizantes como los trabajos de manufacturas o ensamblaje: si las personas merecen desarrollar su creatividad en su empleos, ciertamente los oficios de maquila, entre otros, van en contra de este derecho.
Mientras los robots se apropian de tareas repetitivas y sistemáticas, miles de creadores en el mundo experimentan con las posibilidades de estas máquinas. Cada año se celebra el concurso más importante de robótica en el mundo RobotChallenge. Sorpresivamente para México, que tiene poca tradición en el ensamblaje tecnológico, tres de sus representantes obtuvieron este 2014 los primeros lugares de las categorías: Microsumo, Nanosumo y Estilo Libre.
Entre los ganadores estuvieron Diego Daniel Navarro Hernández, Daniel Rubén Rojas Rodríguez, Óscar Alberto Trejo Espinosa y Adrián Sánchez Reyes del Instituto Politécnico Nacional. En Microsumo, México obtuvo el primer lugar, en Nanosumo el segundo y en Estilo Libre, el tercero. Los estudiantes derrotaron a competidores de cuarenta países.
En el concurso también emocionó el robot pianista construido por otro mexicano, que interpretó piezas de música clásica en la Universidad de Viena. Curiosamente 200 años antes, en ese recinto justo, Beethoven interpretaba por primera vez su séptima sinfonía en 1813.
Los robots son nuestras siguientes mascotas prácticas (con el riesgo de que nosotros terminemos siendo las suyas). La polémica en su uso, con frecuencia basada en la paranoia hollywoodense sobre el control de los robots a los humanos, pero también respaldada por algunos estudios que proponen que la lógica humana es vulnerable a la autoridad de los robots, son miedos con un destino incierto. Por ahora aprovechemos su presencia…
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