Sueños premonitorios
Sueños premonitorios suelen estar envueltos en un simbolismo difícil de interpretar, puesto que no se refieren a experiencias pasadas. Se trata de mensajes que provienen del inconsciente y que por lo regular nos advierten de peligros o claves importantes para el desarrollo de nuestra personalidad.
Esta clase de sueños ha tenido siempre un gran valor en las culturas orientales y en las que aún hoy suelen denominarse primitivas. En la nuestra han sido asociados, por lo regular, con cuestiones religiosas y su existencia se admitía tan sólo en la vida de santos y profetas. Pero, curiosamente, estos últimos sólo se reconocen muchos años después de acontecida su muerte, por lo que de sus sueños premonitorios quedan, en el mejor de los casos, dudosas leyendas debidamente depuradas por los dogmas religiosos.
Durante el sueño parece que se nos abran otros mundos. Con frecuencia, nuestros sueños nos transportan a tiempos y lugares remotos; nos encontramos a nosotros mismos entre personas y cosas que nos son familiares, aunque extrañamente transfiguradas. Hacemos cosas que nos resultarían imposibles estando despiertos, o nos encontramos paralizados e incapaces de realizar la más simple de las acciones. A veces tenemos la sensación de poseer un conocimiento profundo que daría sentido a toda nuestra vida, conocimiento que olvidamos al despertar o que nos parece incoherente.
Y quizás, a veces, los sueños nos proporcionan un conocimiento real, una visión de un futuro que acontecerá en realidad. La naturaleza de los sueños ha desconcertado a la humanidad civilizada desde los primeros tiempos. Alrededor de los sueños se han desarrollado innumerables creencias y cultos. Esto no debe sorprendernos, ya que actualmente ninguna teoría del sueño y de los sueños es aceptada universalmente. Las antiguas creencias acerca de los sueños se basaban en la idea de que predecían sucesos futuros, y se inventaron métodos complicados para su interpretación. Uno de los más antiguos manuscritos que se conservan, un papiro egipcio de 4.000 años de antigüedad, está dedicado al complejo arte de la interpretación de los sueños.
Un sueño del faraón Tutmés IV, hacia 1450 a.C., se consideró lo bastante importante como para ser grabado en una lápida que fue erigida frente a la Gran Esfinge de Gizeh. Cuenta cómo, cuando era todavía príncipe, Tutmés soñó durante la siesta que el dios Hormakhu le hablaba, diciéndole: “La arena del paraje en el que transcurre mi existencia me ha cubierto. Prométeme que tú harás lo que desea mi corazón; entonces sabré que tú eres mi hijo, que tú eres mi salvador…” Cuando fue faraón, Tutmés retiró la arena que cubría la Esfinge sagrada en honor de Hormakhu, y su reinado fue largo y fructífero, tal como el dios le había prometido en el sueño.
Sueños Espirituales
Hay una tradición antigua y universal acerca de la naturaleza de los sueños que ha perdido credibilidad en los tiempos modernos. Esta visión sostiene que algunos sueños tienen un origen divino, que son un portal a los mundos espirituales, y que pueden transmitir mensajes y visiones internas, incluso de carácter profético.
En el Antiguo Testamento hay un versículo que pone en boca de Dios estas recomendaciones: “Escuchad mis palabras: Si hay un profeta entre vosotros, Yo el Señor, me daré a conocer a él en una visión. Le hablaré en un sueño.”
Entre los huicholes o wirrarikas de México y muchos otros pueblos indígenas de América, aún se cree que a través de un sueño, un dios o un antepasado puede enviar un mensaje a un marak’ame o chamán en particular o inclusive a un grupo de personas si lo considera necesario.
Los egipcios pensaban que los sueños eran causados por los viajes del alma durante el descanso nocturno. Lo mismo piensan aún hoy millones de personas en la India. Sus más antiguos textos señalan que debido a estos viajes del alma los niños pueden soñar con impresiones de sus vidas pasadas y los ancianos con imágenes de sus próximas encarnaciones.
Los chinos también creían que el alma podía separarse del cuerpo durante el sueño y viajar a los mundos espirituales, donde podía comunicarse con los que ya habían partido, y después regresar al cuerpo con recuerdos de la visita, por eso es que a los altos oficiales chinos se les instaba a buscar guía divina en los sueños a fin de tomar decisiones y realizar juicios con sabiduría.
Los aborígenes australianos tienen dentro de cada tribu un miembro que hace las funciones de “evocador de sueños”. Ellos creen que, mediante un ritual, pueden evocar un sueño cuando necesitan ayuda para comprender una relación, una cuestión de salud o el propósito de alguna experiencia determinada. El evocador de sueños, además de guiarles en el ritual, les ayuda a interpretar los sueños que hayan tenido como resultado.
En la antigua Europa, también se tenía en alta consideración la evocación de sueños. El templo griego de Asclepius se erigió en su origen como un lugar de gran energía sanadora donde una persona enferma podía acudir, dormir y tener un sueño intrínsecamente curativo. El rito se fue transformando a lo largo del tiempo y los encargados del templo, o therapeutes, empezaron a hacer de intérpretes de las instrucciones sanadoras ocultas en el simbolismo del sueño. Fue entonces cuando a los sueños se les atribuyó una fuerza curativa menor, y pasaron a ser mensajes crípticos que debían ser interpretados por los terapeutas, los cuales analizaban de un modo adecuado estos comunicados de los dioses con el propósito de determinar el curso correcto para salir de la enfermedad.
Una de las mayores pérdidas de nuestra moderna psicología en su persecución de fundamentos científicos ha sido descartar estas visiones ancestrales, ya que los sueños de carácter espiritual prevalecen hoy en día tanto como en los tiempos antiguos.
Miles de personas reportan sueños proféticos, visitas de familiares y amigos muertos y viajes fuera del cuerpo a localidades lejanas en la Tierra o incluso a dimensiones espirituales. Sin embargo son muchísimas personas más las que simplemente reportan haber recibido inspiración o advertencias útiles durante sus sueños.
Es un hecho comprobado por la ciencia que todos soñamos. Lo que ocurre es que no siempre recordamos nuestras experiencias oníricas. Sin embargo, actualmente tenemos a nuestra disposición distintas técnicas que nos ayudan a recordarlos de una manera cada vez más regular y con mayores detalles.
Cuando llevamos aunque sea un poco de tiempo ejercitando nuestra memoria onírica, enseguida nos damos cuenta de que hay distintos tipos de sueños. Básicamente hay algunos relacionados con nuestro pasado emocional y hay otros que nos ofrecen perspectivas del porvenir.
Lo más fantástico de los sueños es que cuando empezamos a prestar un mínimo de atención a los mensajes que contienen, eventualmente llega un punto en el que comenzamos a recibir consejos prácticos para solucionar los problemas que nos agobian en un momento determinado, para llevar a término alguna investigación o para apoyarnos en algún proceso creativo. Son consejos que vienen directamente del Espíritu.
Ya sea que los consideremos como descargas emotivas del inconsciente, como viajes del alma fuera del cuerpo o como ambas cosas, los sueños siempre dejan dentro de nuestra memoria una serie de imágenes o escenas susceptibles de ser recordadas, estudiadas y, en cierta medida, interpretadas o comprendidas; de tal manera que podemos aplicar estos conocimientos en beneficio de nuestra evolución personal y colectiva.
Al igual que existen ejercicios para recordar los sueños, también existen diversas técnicas que nos ayudan a descifrar su simbología, a re-experimentarlos, a evocarlos y a comprender cabalmente su significado. Incluso hay técnicas que paulatinamente nos permiten entrar al estado de sueño sin perder la conciencia y actuar lúcidamente dentro de estos espacios.
Por todo ello, ahora como antaño, el trabajo con sueños es una aventura fascinante que nos conduce al autoconocimiento y nos permite entrar en contacto con nuestro Espíritu y poner en práctica su inagotable sabiduría.
Sueños Recurrentes
Los sueños recurrentes se repiten con poca variación en la historia o tema. Estos sueños pueden ser positivos, pero frecuentemente la mayoría de ellos son pesadillas. Los sueños pueden recurrir porque un conflicto plasmado en el sueño permanece no resuelto e ignorado. Una vez se ha encontrado una solución al problema, Los sueños recurrentes pueden cesar.
La mayoría de los sueños contienen mensajes que sirven para enseñarnos algo sobre nosotros mismos. Desafortunadamente muchas veces nos olvidamos qué soñamos sobre nuestra rutina diaria. En los sueños recurrentes, el mensaje puede ser tan importante y/o poderoso que no quiere que lo ignoremos. La repetición frecuente de tales sueños nos fuerza a prestar atención y enfrentar el sueño. El sueño trata desesperadamente de contarnos algo. Tales sueños son frecuentemente pesadillas o de contenido atemorizador, para hacer que tomemos nota y prestemos atención a ellos.
Los sueños recurrentes son bastantes comunes y son provocados frecuentemente por alguna situación especifica de nuestras vidas o un problema que regresa una y otra vez. Estos sueños pueden recurrir a diario, una vez a la semana, o una vez por mes, pero cualquiera que sea la frecuencia, hay poca variación en el contenido del sueño en sí mismo. Usualmente apuntan a alguna debilidad personal, temor, o incapacidad de arreglar algo en nuestras vidas – actuales o pasadas.
Por supuesto, hay también sueños bonitos recurrentes. Alguna gente construye su mundo propio en sueños, que exploran, encontrando amigos allí, etc. Algunos dicen entrar en un mundo diferente, otros atribuyen esto a recuerdos de viejos sueños que crean uno nuevo. Posiblemente lo más importante es que estos sueños se tomen como instrumentos para seguir conociéndose uno mismo.
Sugerencias para superar los sueños recurrentes
Para comprender su sueño recurrente, se debe estar dispuesto a aceptar algún tipo de cambio o experimentar una transformación.
Se debe estar dispuesto a mirar dentro de uno mismo y enfrentar lo que se pueda encontrar, por difícil que sea.
Se debe ser capaz de mirar el sueño desde un punto de vista objetivo. Hay que intentar ir más allá de los elementos emocionales y reactivos del sueño y concentrarse en las imágenes simbólicas. Muchos sueños a veces son enmascarados por elementos que perturban y que impiden ir más profundo. Este es un mecanismo de defensa que el inconsciente puede estar utilizando.
Ser paciente. No hay que desalentarse si estos sueños todavía recurren aun después que se cree que se han comprendido.
Aprender a aceptarnos a nosotros mismos verdaderamente y totalmente.
Ocurre frecuentemente que una vez que se descubre lo que el sueño recurrente trata de decir, estos sueños cambian o desaparecen por completo.
Sueños en las artes adivinatorias
Tradicionalmente se ha conectado el mundo de los sueños con las artes adivinatorias. Desde lejanos tiempos ha sido éste un campo fértil para magos, videntes y profetas. Hoy en día no sólo lo es para estas personas sino que también la ciencia, a través de la psicología, pone el caudal onírico en posición privilegiada para conocer la problemática, los deseos, esperanzas y posibilidades proyectivas que hacia su vida tienen todos y cada uno de los individuos humanos.
La razón de la conexión entre los sueños y el futuro es sencilla. Aquellos nos hablan de los contenidos pulsionales inconscientes, de las potencias ocultas, por donde encauzamos nuestras vidas ante el reto de posibilidades que el porvenir nos lanza. Y esa es la voluntad de nuestra existencia individual. Dadas las características biológicas particulares de nuestra estructura biológica, de nuestra cultura y de las experiencias adquiridas, además de otras inclinaciones espirituales, nos encontramos con requerimientos, tendencias y deseos involuntarios que nos llevarían a tomar una serie de decisiones y a ejecutar los actos correspondientes.
Así vamos conduciéndonos por este devenir vital, por el proceso temporal de nuestra edad y forjando el camino que será, inexcusablemente, nuestro y sólo nuestro.
Deseos y esperanzas ocultos
Las artes adivinatorias consisten en una captación de nuestros deseos y esperanzas ocultos. Estos, en un fugaz instante posterior, se vislumbran proyectivamente aplicados al sendero de nuestra temporalidad. Para ello se requiere sensibilidad y habilidad en la observación de nuestras más mínimas conductas y formas de pensar e imaginar, unido todo a una gran dosis de sentido común o lógica natural. Los videntes, adivinos y profetas, cuando son mínimamente serios, realizan todo este proceso con una gran rapidez, debido al entrenamiento de la intuición a través de su hemisferio cerebral no predominante (el derecho para los diestros).
En el caso de los sueños, se pone rápidamente en conexión el contenido de los mismos con la forma de relatarlos, la apariencia física del sujeto, su manera de vestir, de pensar y los datos biográficos de que se disponga. A todo ello se suele unir también la interpretación realizada por el propio consultante.
Con todo este material se pueden obtener conclusiones muy claras y concretas, ya sea por medio del uso de la intuición (visiones y sentimientos de la vida pasada y futura) o por el análisis racional. La primera forma ha estado relegada a los santos, profetas o adivinos y ha sido puesta en duda en numerosas ocasiones, por la falta de escrúpulos y los engaños de muchos farsantes. Ha habido pseudo-adivinos que, sin un desarrollo real de sus facultades psíquicas, simplemente memorizaban algunas claves de la tradición oniromántica o de las supersticiones populares para sorprender con ellas, entre trucos dramáticos, a sus ingenuos clientes.
La segunda fórmula válida para la interpretación es la que, a partir de Freud, se ha asociado al psicoanálisis y se esfuerza en aportar el rigor del método científico. No obstante, el buen psicólogo debe tener capacidades manifiestas tanto en cuanto a la observación y análisis racional como a la captación intuitiva. Y tales cualidades lo convierten, como C. Jung decía, en el moderno gurú occidental.
Como conclusión observamos que las artes adivinatorias, considerando la interpretación de los sueños u oniromancia como una de las más destacadas, siguen teniendo su lugar en nuestra sociedad actual. Pero hoy, más que nunca, se ha de tener precaución. Porque en nuestros días, debido a la masiva divulgación de todos los temas, han surgido muchos falsos profetas que, en ocasiones, infringen, con toda la buena voluntad de su ignorancia, daños irreparables en sus ingenuas víctimas.
Sueños Lucidos
En su Viaje a Ixtlán escribe el antropólogo Carlos Castaneda algunas de las enseñanzas del brujo yaki Don Juan, en relación al mundo onírico. Un día de agosto de 1961 le dijo lo siguiente: “Te ha llegado el momento de aprender a acceder al poder, y vas a empezar por empuñar tus sueños.”
Dos días después, de madrugada, tras conducirlo a la cumbre de una alta colina, le declaró:
Aquí mismo voy a enseñarte la primera etapa del poder… voy a enseñarte cómo elaborar el sueño.
Sus primeras instrucciones fueron:esta noche, en tus sueños, te mirarás las manos.
Preguntado el por qué de esa observación, D.Juan le respondió que era indiferente mirar una cosa u otra y que había escogido las manos porque están siempre allí a disposición del durmiente. Explicó que el examen atento de un objeto es indispensable para “elaborar”el sueño ya que las cosas vistas en sueños cambian constantemente. Se difuminan y se desvanecen para dejar lugar a otras que, a su vez, hacen lo mismo. Castaneda debía, por lo tanto, ejercitarse a retener la visión ya que soñar es real cuando se consigue hacer que todo sea claro y nítido.
Cuando llegó el momento de pasar a la segunda fase de su entrenamiento nocturno, C.Castaneda recibió esta breve indicación: Escoge el lugar al que quieres ir (en sueños). Después, ten la voluntad de ir allí.
Así, D.Juan le enseñaba a obtener sueños lúcidos. Los psicólogos denominan así al estado en el cual el durmiente, sabiendo perfectamente que está durmiendo, es netamente consciente de todo lo que le ocurre. Los ocultistas suelen denominar a esto “viaje astral”. (No pocos escritores hacen alarde de su ignorancia publicando numerosas fantasías acerca de un acto tan natural y positivo como este de hacerse consciente de uno mismo en el mundo onírico).
El Dr. Frederik van Eeden, uno de los primeros psicoterapeutas, experimentó personalmente este estado. Basándose en sus propios sueños estableció en 1913 una clasificación de los sueños en 9 categorías. Una observación realizada en uno de sus sueños lo hizo “lúcido”.
Tenía la impresión de desplazarse flotando, en el aire, por encima de un paisaje de árboles sin hojas. Un hecho le llamó la atención: durante su recorrido aereo las ramas y ramitas de esos árboles se modificaban a sus ojos exactamente tal y como la forma de los objetos parece cambiar en el estado de “vigilia” para un observador que se mueve.
Pensó que ese espectáculo no podía ser imaginario, que su imaginación no sería capaz de reproducir una semejante conformidad con las leyes de la perspectiva. Esa reflexión le hizo consciente de que se encontraba en el dominio de los sueños.
Las insólitas experiencias de un Marqués
Durante su adolescencia, el marqués Hervey de Saint-Denys, que fue presidente de la Académie des Inscriptions et Belles Lettres y profesor en el Collège de France, se ejercitó para conseguir una perfecta lucidez en sus sueños. En su libro “Les Réves et les moyens de les diriger”, publicado en 1867, este sinólogo explica cómo llegó a interesarse en sus sueños.
Como realizaba sus estudios en su casa, sin condiscípulos, estaba obligado a redactar en solitario sus deberes y a presentarlos a horas fijas. Una vez terminados esos trabajos escolares a menudo disponía de tiempo durante el cual se distraía dibujando en un álbum. Un día, cuando contaba 13 años de edad, se le ocurrió la idea de hacer croquis de seres y de cosas que hubiera visto en sus sueños, colorearlos y añadir algunas notas que relataran esos sueños. Como le tomara gusto al asunto, se ejercitó en la conservación del recuerdo del sueño en todos sus detalles.
A medida que enriquecía de este modo su álbum, aumentó el control que ejercía sobre sus sueños, hasta que finalmente obtuvo un perfecto dominio de ellos. (Lo mismo que cualquier persona aprende a moverse a voluntad en el mundo físico, lo cual nadie puede considerar como algo negativo).
Y de este modo consiguió ser consciente, al soñar, de su estado onírico e, incluso, recordar sus preocupaciones del día, de manera que el sueño se convirtió para él en una divertida prolongación de la vida diurna.
Una vez adulto continuó cultivando sus sueños.
A veces hacía que lo despertaran para recordarlos mejor. Otras veces provocaba él mismo su despertar, cuando hubo aprendido a sacudirse el sueño mediante un gran esfuerzo de su voluntad.
Nuestro marqués se sumergió en el estudio de las obras consagradas a los sueños. Su insuficiencia le decepcionó. Juzgaba sin valor alguno todos los intentos de explicación de la actividad onírica a través de la fisiología ya que, según pensaba él, conocemos demasiado poco los nexos misteriosos que unen el alma a la materia para que la anatomía sea nuestra guía en aquello que la psicología tiene de más sutil. (Les reves et les moyens de les diriger, 62).
Hervey de Saint-Denys, empleando el procedimiento enseñado más tarde por D.Juan a Carlos Castaneda, y que supo descubrir por sí mismo, se ejercitó en el examen atento de objetos que viera en sus sueños.
El denominaba imágenes” a esos objetos ya que, según él, soñar era tener la visión interna de una sucesión de imágenes, todas creadas por la mente del durmiente. El afirmaba que si el pensamiento de un hombre no adquiría ni cuerpo ni color era porque el mundo ambiente se lo impedía. Pero a medida que el sueño lo ganaba, su pensamiento se colorea y toma cuerpo; ése es el sueño, y el sueño es la forma del pensamiento mientras se duerme”.
Así pues, para él, el sueño no era sino “un pensamiento de una especie particular” y todo pensamiento de un hombre dormido era un sueño(ibid., 165). Esta es una concepción aparentemente opuesta a la de D.Juan Matus quien, como casi todos los ocultistas, consideraba que el mundo de los sueños era tan real como el de la vigilia.
Hervey de Saint-Denys observó que cuando las imágenes del sueño palidecían y se emborronaban, el sueño no tardaba en disiparse. Y, al contrario, observó que cuanto más netas eran las imágenes, más profundo era el sueño y menos próximo estaba el despertar. Por consiguiente, cuando quería oponerse a su despertar, cuya proximidad le venía anunciada por la creciente imprecisión de las imágenes, se concentraba en una de éstas, en una hoja de árbol, por ejemplo. Entonces la veía recuperar poco a poco su nitidez. Sus contornos le aparecían más claramente, su color era más vivo. Cuando había conseguido distinguir perfectamente sus más mínimos detalles abandonaba este examen tan atento seguro de haber alejado de sí la salida del adormecimiento de su cuerpo físico y de haber prolongado su sueño.
Una noche eligió su mano derecha para contemplarla a fin de hacer continuar su sueño. Este, perfectamente lúcido, le permitió darse cuenta de que conservaba un control tan completo de su actividad mental como en estado de vigilia… podía, a gusto suyo, ir a la derecha o a la izquierda, detenerse, mirar a una o a otra dirección, en resumen, actuar tal como él quería. (ibid.,358).
Fueron verdaderas “elaboraciones del sueño”, según la expresión del brujo D.Juan, a lo que procedió el honorable académico. Consiguió no sólo rememorar con exactitud sus experiencias oníricas sino también desplazarse en sueños muy lejos del lugar donde reposaba su cuerpo físico. Veamos el relato de uno de sus viajes nocturnos:
“Esta noche he soñado que mi alma había salido de mi cuerpo y que recorría inmensos espacios con la rapidez del pensamiento. Me transporté primero a una población salvaje. Asistí a un combate feroz sin correr riesgo alguno pues yo era, a la vez, invisible e invulnerable”.
La misma noche, antes de despertarse, se encontró en su habitación. Tuvo entonces, durante un momento, lo que él consideró como una “extraña ilusión”. Se vió mirando su cuerpo dormido, antes de volver a tomar posesión de él. (ibid.,369).
En otro sueño deambuló por una calle de la que observó gran cantidad de detalles. Varios años después de ese sueño, durante un viaje a Francfurt, reconoció allí esa calle, sin error posible, según él afirma, ya que pudo ver, con sus ojos carnales, todos los detalles que había observado en su sueño con su mirada interior y que había anotado cuidadosamente en su álbum.
– Prueba esta sencilla táctica: antes de dormirte observa detenidamente tu cuarto, como si lo vieras por primera vez. Date cuenta que tu cuerpo va a descansar, que te estás acostando. Repítete a ti mismo: “voy a descansar en mi cama. Si a partir de ahora me encuentro en otro lugar o con otras personas es que estoy soñando. Me daré cuenta y me moveré a voluntad”. Si lo practicas con la debida constancia acabará dando un positivo resultado. Sólo ten la paciencia suficiente para que el mensaje se grabe en tu subconsciente.
–También puedes dormirte imaginando (jugando) que viajas a cualquier lugar que te guste. No te pongas límites, puedes ir volando si quieres y contemplar el lugar desde todos los ángulos que quieras. Cuando tu cuerpo, por fin, se quede dormido, el lugar al que te has transladado como si de un juego se tratase te rodeará por completo y podrás explorarlo en tu sueño.
- Puedes, si quieres, simplemente observar como te vas durmiendo. Ocurren muchos interesantes fenómenos en este proceso. Te conviertes en un investigador del sueño. Si sueles practicar el punto 5 te será más sencillo. Pero ahi personas que no son capaces de relajarse, de observar sin tensiones y no consiguen que su cuerpo se duerma mientras tratan de observar su sueño. Tal vez puedas corregir ese error.
- Hay una clave muy bonita pero también personas a las que les da miedo (miedos hay para todos los gustos) o les pasa lo del punto anterior. Consiste en observar como el cuerpo se duerme para llegar a captar un instante “mágico”. Se trata del momento en que el cuerpo ni está dormido del todo ni despierto. Cuando las imágenes de los sueños empiezan a tomar consistencia y color. Cuando los sonidos del mismo empiezan a tornarse nítidos. En ese brevísimo instante, con decisión sintiendo que uno es algo sutil, ligero… se levanta. Tal como suena: levantarse. Si el instante es el adecuado observareis que os habeis separado de vuestro cuerpo. Si mirais a la cama lo vereis durmiendo (como podeis imaginaros la primera vez la impresión es tal que os despertareis inmediatamente). Pero también podeis flotar en el aire o atravesar una pared (cuidado impetuosos, a veces se ha levantado uno con su cuerpo físico, así que si quereis atravesar tabiques probad antes con una mano). Si no ha salido bien se vuelve uno a la cama y repite. Pero esto no es para los que se cansan enseguida, para los perezosos o los que les da miedo casi todo.
Sueños Concientes
Los sueños conscientes ocurren cuando el soñante se da cuenta que sueña en medio de su sueño. “Espera un momento, ¡esto es sólo un sueño!” La mayoría de los soñantes se despiertan una vez que se dan cuenta que sólo están soñando. Otros soñantes han desarrollado la habilidad de permanecer en el estado consciente de soñar. Pueden incluso llegar a ser participantes activos en su sueño, tomar decisiones en sus sueños e influir en el resultado de su sueño sin despertar.
Las leyes de la física y las de la sociedad se derogan en los sueños. Los límites sólo son los de tu imaginación. Se desperdicia mucho el potencial de sueños porque las personas no reconocen que sueñan.
Cuando no estamos lúcidos en un sueño, pensamos y nos comportamos como si estuviéramos despiertos en realidad. Esto puede llevar a frustración vana, confusión y desperdicio de energía, y en mucho peor caso, pesadillas espantosas. Nuestro esfuerzo por dar un resultado así ansiedad sueña con fechas tope, exámenes que se olvidan, perdidas de cualquier manera, y así sucesivamente. Los sueños de Ansiedad y las pesadillas se pueden superar gracias al sueño lucido, porque si sabes que sueñas, no tienes nada temer. Las imágenes del sueño no pueden herirte. Los sueños lúcidos, además te ayudan a llevar tus sueños en direcciones que te satisfagan, disfrutar aventuras fantásticas, y superar pesadillas, pueden ser herramientas valiosas para tener éxito en tu vida despierta. Los soñadores lúcidos pueden emplear deliberadamente el potencial natural de la creatividad para resolver problemas e inspiración artística. Atletas, ejecutantes, o alguien que da presentaciones puede preparar, practicar y pulir sus ejecuciones mientras duermen. Esto es sólo una de las muchas maneras en la que el sueño lucido puede ser empleado para mejorar sus vidas.
Hay varios métodos de inducir los Sueños lúcidos. El primer paso, indiferente del método, está en desarrollar tus cualidades para recordar tus sueños hasta que puedas recordar por lo menos un sueño por noche. Entonces, si tienes un sueño lúcido lo recordarás. Te volverás también muy familiar con tus sueños, haciendo más fácil aprender a reconocerlos mientras pasan. Si recuerdas tus sueños, puedes empezar inmediatamente con dos técnicas simples para estimular a los Sueños lúcidos. Los Soñadores lúcidos hacen un hábito de “comprobación de la realidad.” Esto significa investigar el ambiente y decidir si sueñas o estas despierto. Preguntarte muchas veces por día, “¿Estaré soñando?”. Entonces, prueba la estabilidad de tu realidad presente leyendo algunas palabras, mirando lejos y mirando a tras mientras tratas de cambiarlos. La inestabilidad de los sueños es la pista más fácil para distinguir la realidad y el sueño. Si las palabras cambian, sueñas. Tomando siestas es una manera con la que puedes aumentar gradualmente tus oportunidades de tener sueños lúcidos. Tienes que dormir bastante en la siesta para entrar en REM. Si tomas la siesta en la mañana (después de haberte despertado más temprano de lo usual), estás probablemente entrando en fase REM en una media hora a una hora después de que te duermes.
Si tu siesta es de 90 minutos a 2 horas tendrás suficientes sueños y una probabilidad más alta de tener un adecuado sueño lúcido que en los sueños que tienes durante el sueño de un noche normal. Enfoca tu intención de reconocer que tú sueñas cuando te duermes durante la siesta.
Inicialmente, los principiantes tienen dificultad para descansar en el sueño después de que logran lucidez. Este obstáculo hace que muchas personas desprecien el valor del sueño lúcido, porque no han experimentado más que el destello del conocimiento de que se encuentran soñando, seguido del despertar inmediato. Dos técnicas simples pueden ayudarte a superar este problema. Lo primero es crear calma en el sueño. El propio sueño lúcido excita, pero expresar la excitación puede despertarte. Suprime tus sentimientos un poco y vuelve tu atención al sueño. Si el sueño muestra señales de fin, tal como la desaparición, pérdida de claridad o profundidad de la imaginación, “dar vueltas” puede ayudar a hacer retroceder al sueño. En cuanto el sueño comienza a “desvanecerse,” antes de sentir realmente tu cuerpo en la cama, gira a tu cuerpo del sueño como encima. Esto es, dando vueltas como cuando un niño trata de crearse un mareo (probablemente no te marearas durante el sueño porque tu cuerpo físico no da vueltas). Recuerda, “La próxima escena será un sueño.” Cuando tú pares de dar vueltas, si no es obvio que estás soñando, haz una prueba de realidad. Aun cuando piensas que estás despierto, te puedes sorprender del hallazgo ¡que todavía sueñas!
Los Sueños y el Inconsciente, según Jung
“La mayor hazaña del hombre es cumplir con su destino”
El pensamiento de Jung fue un aporte muy importante para la Psicología. Introdujo los conceptos de extraversión e introversión y el de arquetipo, que fue una contribución innegable para la comprensión del funcionamiento psicológico humano.
El inconsciente para Jung no es un mero reservorio de los deseos reprimidos sino un universo más real e infinitamente más rico para un individuo que su propia conciencia.
El lenguaje del inconsciente son los símbolos y el medio para comunicarlos son los sueños. El inconsciente es el consejero de la conciencia.
Los sueños son simbólicos pero no existen normas generales para la interpretación de los sueños.
La interpretación de los sueños y de los símbolos depende en gran parte de las circunstancias individuales del soñante y del estado de su mente.
Los sueños sirven de compensación y con frecuencia revelan elementos que no son individuales y que no se derivan de la experiencia personal del soñante. Esos elementos son los arquetipos o imágenes primordiales, formas mentales que no se pueden adjudicar a la vida del sujeto y que parecen ser innatas, heredadas por la mente humana.
Para la interpretación de los sueños el profesional debe conocer la mitología en su más amplio sentido, ya que sin esos conocimientos no se pueden hallar analogías importantes.
Un arquetipo es una representación de un motivo que puede variar sin perder su significado básico. Se manifiestan en impulsos, tan espontáneamente como los instintos.
Los sueños pueden revelar presentimientos o pronósticos. El inconsciente parece estar informado, parece ser capaz de examinar los hechos, llegar a conclusiones y pronosticar resultados, guiado principalmente por tendencias instintivas representadas por los arquetipos.
El hombre está impulsado a la acción por fuerzas internas y también por estímulos externos. Los motivos internos surgen de su origen profundo que en la mitología de los tiempos primitivos se llamaban “maná” o espíritus, demonios o dioses.
La interpretación de los sueños requiere un creciente conocimiento de la individualidad del soñante y la imaginación y la intuición son indispensables para comprenderlos.
Los símbolos que aparecen en los sueños son los intentos naturales para reconciliar y unir los opuestos dentro de la psique.
Por ejemplo, la imagen arquetípica del héroe evoluciona de manera que refleja cada etapa de la evolución de la personalidad humana.
Si un joven no se esfuerza por alcanzar una meta más elevada que la que conseguiría sin riesgo, no puede superar los obstáculos que se encuentran entre la adolescencia y la madurez.
Para un hombre la vida es algo que hay que conquistar con voluntad heroica pero para que una mujer se sienta satisfecha de si misma, necesita el despertar de su conciencia.
El sentido de perfección en un adulto se consigue mediante la unión de la conciencia con los contenidos inconscientes de la mente.
Jung descubrió no sólo que todos los sueños son significativos en diversos grados para la vida del soñante sino que todos ellos forman parte de las tendencias individuales que hacen posible el proceso de individuación.
El si mismo se puede definir como un factor de guía interior distinto de la personalidad consciente y que puede captarse mediante la investigación de nuestros propios sueños.
Su desarrollo depende del ego, si está dispuesto o no a escuchar el mensaje del si mismo.
La realización de la unicidad del hombre individual es la meta del proceso de individuación.
El simple hecho de cumplir nuestro destino es nuestra mayor hazaña, porque cada persona tiene que hacer algo diferente, algo que es únicamente suyo.
Los Sueños y su Relación con el Inconsciente
La teoría de los sueños ocupa en la historia del Psicoanálisis un lugar especial, constituyendo el procedimiento más característico y singular de esta ciencia.
Algunos de los conceptos más importantes sobre este tema se refieren a la distinción fundamental entre el contenido manifiesto del sueño y las ideas latentes del mismo.
El relato textual del sueño es el sueño manifiesto y lo que presumimos detrás del sueño se designa como ideas latentes del sueño. Es decir, que la tarea tanto del terapeuta como del paciente consiste en transformar el sueño manifiesto en el sueño latente e indicar cómo se produjo esta transformación.
El modo de interpretar el sueño deja en parte de lado el contenido total del sueño manifiesto para centrarse en cada una de sus partes y en las asociaciones que efectúa el soñante sobre esas particularidades.
Se deberían excluir los restos de las experiencias vividas durante el día y los de mucho tiempo atrás, y luego continuar con aquellos elementos que más le han impresionado al sujeto que deberemos interpretar como símbolos de algo distinto.
El terapeuta puede traducir esos símbolos pero el paciente no, por lo tanto, al hacerle conocer al sujeto el contenido simbólico de algún elemento del sueño puede hacer la asociación correspondiente y sacar a la luz algún enigma oculto.
Algunos sueños no pueden interpretarse por las resistencias que opone el soñante, pero la mayoría sí, de manera que la implementación de este método se considera de mucha utilidad, dentro del encuadre psicoanalítico.
Las resistencias y los olvidos suelen tener valor interpretativo, porque precisamente se suele olvidar u omitir el contenido que produce mayor perturbación al paciente.
La resistencia es signo inequívoco de un conflicto, porque existe una fuerza que quiere expresar algo y otra que se resiste a consentir tal expresión.
Aún en el sueño existe censura que se observa en la forma mitigada, deformada e irreconocible del contenido latente que aparece en el sueño manifiesto.
La censura no es privativa del estado de sueño, ya que también existe entre lo reprimido inconsciente y lo consciente durante nuestra vida psíquica en estado de vigilia
La vida onírica es, como ya Aristóteles lo dijo, la manera en que nuestra alma trabaja mientras dormimos.
Estas transformaciones simbólicas durante el sueño tienen una función útil, asegurar la perduración de un buen dormir. El hecho de despertar a veces angustiados por un mal sueño significa que la censura que vigila, considera demasiado peligrosa la situación y no cree ya poder dominarla.
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