Gracias a una subvención de unos 400.000 dólares del Departamento de Estado de EE.UU. un grupo de investigadores estadounidenses de la Universidad de San Antonio pudieron comprar instrumentos para el registro de los impulsos del cerebro, entre ellos electroencefalografía. Usando cascos especiales y gafas tipo Google Glass, seis estudiantes y profesores de un laboratorio de la citada universidad texana tratarán de establecer hasta qué punto el cerebro humano es capaz de hacer obedecer a un avión no tripulado.
Además, el Pentágono y el citado laboratorio han firmado un contrato por un valor total de 300.000 dólares que prevé continuar la investigación en esta área. Los militares estadounidenses están seriamente preocupados por el tema, ya que tan que pretenden que cuanto antes los drones sean controlados únicamente a través del pensamiento.
No aspiran únicamente a realizar simples órdenes como manejar el vehículo aéreo no tripulado hacia adelante, atrás o un lado, sino que este sea capaz de dar respuesta a los retos estratégicos del Ejército estadounidense. Otro punto no menos importante será que tales drones puedan responder a la persona que le dio la orden inicial.
La actividad cerebral puede diferir drásticamente en distintas personas, por lo que una de las tareas de los científicos es unificar el valor de las órdenes enviadas por ondas cerebrales. Las órdenes de los diferentes comandantes tienen que ser recibidas por drones de la misma manera. Para ello, los investigadores tienen intención de crear un algoritmo informático especial que ayudaría a los drones a interpretar las órdenes de personas de manera adecuada y precisa.
Aunque el proyecto está totalmente subvencionado por los militares, los científicos de Texas esperan que estos drones dirigidos por el pensamiento sean utilizados no solo para fines bélicos. En este sentido, afirman que podrían ser útiles por ejemplo para las personas discapacitadas que experimenten dificultades a la hora de moverse y orientarse en el espacio.
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