Cuando Satanás o cualquier otro demonio ejerce un control interno sobre las acciones y el cuerpo de una persona, se dice que nos enfrentamos a una posesión demoníaca y ya desde la práctica del Zoroastrismo en la antigua Persia se hablaba de la posesión, de hecho, la mayoría de las religiones han manejado en algún momento la idea de la posesión posesión demoníaca, incluido el judaísmo, el islamismo y, desde luego, el cristianismo, que por cierto, ha sido el que más ha manejado y difundido la creencia de los demonios tomando el control del cuerpo de un humano.
La posesión demoníaca es un proceso gradual que comienza cuando una persona (generalmente una persona espiritualmente sensible) se involucra con fuerzas extrañas y poco a poco va perdiendo el control sobre sus acciones, en este momento la posesión aún es parcial, pero tan pronto como el poseído quiera expulsar al demonio este se vuelve más agresivo y la posesión será total, convirtiendo a su víctima en una persona aislada y agresiva, además de que comienza el insomnio, las pesadillas cuando logra dormir y los dolores de cabeza intensos. Si llegado este momento, aún no se ha hecho nada por expulsar al demonio, es capaz de hacer que la persona se suicide o quede mentalmente dañado de por vida.
Sin embargo, es posible luchar contra el demonio y expulsarlo del cuerpo de la persona a través del exorcismo que son una serie de oraciones y órdenes que se le dan al demonio para que salga del cuerpo de su víctima.
De acuerdo con la Iglesia Católica, el exorcismo, es “una antigua y particular forma de oración que hace un ministro ordenado de la Iglesia en nombre de Jesucristo y por el poder que Jesucristo ha otorgado a su Iglesia para liberar del poder de Satanás, demonio. Por lo tanto, no es oración personal sino de la Iglesia”, es decir, que el exorcismo sólo puede realizarse por personas de la Iglesia Católica; por ello, cada diócesis católica en el mundo cuenta con un sacerdote autorizado en esta materia.
Para llevar a cabo el exorcismo, los sacerdotes acuden al rito del exorcismo renovado y aprobado en 1999 por Juan Pablo II, este reemplazó al rito que se venía utilizando desde 1614. Asimismo, el exorcismo se divide en simple o solemne:
El Exorcismo Simple se lleva a cabo durante el bautismo.
El Exorcismo Solemne sólo lo puede practicar un sacerdote con el permiso del Obispo quien, basado en la revisión del caso, puede otorgar el permiso al sacerdote para realizar ese exorcismo, o bien, otorgarle al sacerdote el oficio de exorcista donde no necesitará de más autorizaciones para realizar esta práctica.
Por su parte, cualquier miembro de la comunidad que sea creyente puede expulsar demonios a través de plegarias de liberación, propiamente llamado ministerio de liberación, que no son de ninguna manera exorcismos, pues, como ya se explicó, esta práctica sólo la puede realizar un sacerdote autorizado.
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