¿Puede el espíritu de un hombre muerto hace más de cuarenta años tomar posesión del cuerpo de otro, efectuar a través de él una operación imaginaria… y conseguir una curación? He aquí el asombroso caso del doctor Lang?
William Lang, reputado cirujano y especialista en oftalmología, falleció en 1937. Sin embargo, según el medium George Chapman, sigue practicando la medicina.
Actualmente, el doctor Lang es más conocido que nunca. Su reputación por ayudar a las víctimas de diversas enfermedades -a veces cuando han fallado todas las demás terapéuticas- es internacional. Se le puede consultar en su clínica de Aylesbury (en Buckinghamshire, Inglaterra), o bien en otras que dirige en Europa y en Estados Unidos. Nada hay de extraordinario en ello hasta que se sabe que el doctor Lang, o, para ser más exactos, mister William Lang, reputado cirujano y especialista en oftalmología, falleció en 1937 a la edad de ochenta y cuatro años.
Al parecer, desde 1946 el doctor Lang ha proseguido su labor a través del médium británico George Chapman, y la asociación de ambos se ha convertido en uno de los casos más interesantes en los anales de las actividades mediúmnicas.
George Chapman dice que él se pone en trance, el espíritu del doctor Lang asume entonces su cuerpo y, ayudado por su hijo Basil -también médico en su vida terrenal- efectúa operaciones en el “cuerpo etérico”. Hay testigos que aseguran que el doctor Lang utiliza instrumentos quirúrgicos, aunque ninguno de ellos es visible, y que tras la intervención no queda señal alguna de la misma.
Chapman fue criado por sus abuelos en Liverpool, y desempeñó varios empleos antes de alistarse en los Irish Guards en 1939. Más tarde pasó a la Royal Air Force y estuvo destacado en la base de Halton, Buckinghamshire, donde conoció a una muchacha del lugar y se casó con ella. Una vez terminada la segunda guerra mundial, se incorporó a la brigada de bomberos de Aylesbury.
En aquella época, Chapman lloraba todavía la pérdida de su hijita Vivian, que murió en 1945, un mes después de su nacimiento, y trataba con afán de descubrir si existe otra vida después de la muerte. Fue entonces cuando uno de sus colegas le hizo asistir a sesiones espiritistas, donde recibió “mensajes” que le indicaban ya que había sido elegido para convertirse en sanador, en vista de lo cual siguió practicando sus facultades mediúmnicas con un reducido grupo de amigos.
Al principio, estas sesiones no tuvieron nada de particular. Chapman se sumía en un trance, y varias supuestas entidades o espíritus hablaban a través de él. Sin embargo, no ignoraba los problemas que pueden surgir al confundir trucos del subconsciente con una genuina capacidad como médium, y no dejaba de buscar una oportunidad para comprobar personalmente los hechos.
La oportunidad surgió cuando un cirujano llamado Lang empezó a “aparecer” durante sus sesiones. Con el tiempo, el cirujano facilitó una copiosa información sobre su vida y su muerte, suficiente para que Chapman localizara la pista de William Lang, que había ejercido su carrera en el Middlesex Hospital de Londres entre 1880 y 1914.
Muchos pacientes certifican alivio en sus dolencias y en ocasiones la curación total, y la inmensa mayoría describen una considerable sensación de bienestar.
Muchos pacientes certifican alivio en sus dolencias y en ocasiones la curación total, y la inmensa mayoría describen una considerable sensación de bienestar.
George Chapman dice que él se pone en trance, el espíritu del doctor Lang asume entonces su cuerpo y, ayudado por su hijo Basil -también médico en su vida terrenal- efectúa operaciones en el “cuerpo etérico”. Hay testigos que aseguran que el doctor Lang utiliza instrumentos quirúrgicos, aunque ninguno de ellos es visible, y que tras la intervención no queda señal alguna de la misma.
Esta identificación permitió a Chapman comprobar a fondo la autenticidad de la identidad de Lang con varias personas que lo conocieron durante su existencia terrenal. Miembros de la familia de Lang y varios de sus colegas médicos tuvieron sesiones regulares con Chapman, en el transcurso de las cuales hablaron con el difunto cirujano; todos ellos certificaron su identidad.
En 1947 Chapman conoció a la hija de Lang, Lyndon; con el tiempo llegaron a ser íntimos amigos, y se vieron regularmente hasta que Lyndon falleció en 1977. Ella no abrigaba la menor duda acerca de que, a través de Chapman, había estado en comunicación con su difunto padre: «Puedo asegurar que el William Lang que actúa a través del cuerpo de George Chapman es, sin la menor duda, mi padre.»
Susan Fairtlough, nieta de Lang, tuvo que convencerse de la supervivencia del cirujano, a pesar de su resistencia a admitir tal cosa. Viajó hasta Aylesbury para ver a Chapman, dispuesta a denunciarlo como embaucador, pero con gran horror por mi parte, o mejor dicho, estupefacción, el hombre que se encontraba en esa habitación era indiscutiblemente mi abuelo. No era él físicamente, pero era su voz… su comportamiento. Me habló y recordó hechos exactos de mi infancia. Y yo quedé tan impresionada que sólo sabía decir: «Sí, abuelo. No, abuelo.»
Cuantos han conocido personalmente a George Chapman, y a través de él han hablado con el doctor Lang, saben que existe una acusada diferencia entre el tono de la voz, el vocabulario y los tics verbales del Chapman real y los del Chapman controlado por Lang. Sin embargo, no hay que olvidar que se han dado casos de ciertas personas que han conseguido ofrecer intencionadamente o bajo hipnosis representaciones muy convincentes: algunos tipos de inestabilidad mental permiten que salga a la superficie otra personalidad. Lo único que cabe decir en este caso es que, o bien Chapman es un actor consumado, capaz de engañar incluso a quienes conocieron íntimamente a Lang, o el difunto cirujano realmente “se presenta”.
Pero la cuestión de la identidad es sólo un aspecto del asunto. Por importante que pueda ser la prueba de la supervivencia, lo que hace que la gente afluya sin cesar a las diversas clínicas que dirige el doctor Lang es el éxito que éste ha obtenido al curar una amplia variedad de dolencias.
Chapman es un sanador en estado de trance, a través del cual el doctor Lang realiza lo que cabría denominar “operaciones de espíritu”, algo por encima del cuerpo. El doctor Lang opera -según él mismo explica- sobre el cuerpo del espíritu, la esencia invisible de cada vida humana, que refleja mala salud en el cuerpo físico y a través de la cual éste puede ser influenciado. Trabaja con instrumentos invisibles, ayudado por un equipo invisible de cirujanos, entre ellos su hijo Basil, que en vida fue también médico.
Basil -doctor e hijo del doctor Lang- ayuda a su padre en las operaciones mediúmnicas desde el más allá através de Chapman.
Una descripción de lo que representa ser sometido a una operación del espíritu nos la ofrece Morton B. Jackson, abogado de Los Angeles (Estados Unidos), quien consultó al doctor Lang respecto a un tratamiento de espondilosis reumática que le aquejaba desde hacía diez años:
Me pidió que, en posición sentada y erguida, me inclinara levemente hacia adelante, y aplicó ligeramente sus dedos en varios puntos arriba y abajo de mi columna vertebral a través de la camisa; antes me había quitado la chaqueta… La naturaleza del tacto, aunque muy leve, parecía relacionada con el manejo y la utilización de instrumentos invisibles… Todo esto mientras nuestra conversación proseguía, aunque tendía más bien a ser unilateral, ya que mientras trabajaba el doctor Lang explicaba lo que estaba haciendo y por qué.
En este caso no hubo cura milagrosa, pero sí una cierta ayuda y menos dependencia respecto a la medicación. El doctor Lang jamás promete una curación, porque con esta terapia no puede haber resultado seguro. No obstante, de vez en cuando se producen notables recuperaciones después del tratamiento.
En 1974, Joseph Tanguy, joven dependiente de una tienda de París, fue sometido a una operación para explorar un tumor cerebral. Se diagnosticó que era maligno, y el paciente fue desahuciado. Sin embargo, el médico de Tanguy conocía la actividad del doctor Lang y aconsejó al joven que le consultara. Después de tres tratamientos a lo largo de varios meses, el tumor se redujo gradualmente, y las subsiguientes pruebas médicas demostraron que había desaparecido por completo.
Uno de los aspectos más inusuales de la tarea del doctor Lang es el hecho de verse apoyado por numerosos médicos, particularmente en Francia, algunos de los cuales le envían regularmente sus casos más difíciles. Varios médicos han certificado la exactitud de sus diagnósticos y la efectividad de su tratamiento. El doctor G., del sureste de Francia, dice:
Soy médico desde 1970, y tengo la gran satisfacción de conocer al doctor Lang desde 1975. Deposito en él mi entera confianza. El diagnóstico del doctor Lang no depende del interrogatorio del paciente: es un diagnóstico instantáneo. Antes incluso de que uno pueda decirle dónde le duele, él es capaz de enunciar cuál es el problema. Lo dice con precisión, con una exactitud sorprendente, y con detalles para cuyo conocimiento cualquier otro médico necesitaría radiografías y modernas pruebas de laboratorio.
En la obra Surgeon from another world (Cirujano de otro mundo), de George Chapman en colaboración con Roy Stemman, el doctor F., de Marsella, atestigua las curaciones que ha realizado Lang:
Desaparición en una sesión y curación de un tumor cerebral maligno en un niño de poca edad. En una sesión, un niño de siete años que había estado completamente paralizado desde su nacimiento empezó a andar a gatas. Desaparición del dolor en casos de artritis muy agudos y avanzados, especialmente coxartritis (que afecta a la cadera). Desaparición de cálculos de la vesícula biliar, etc.
Muchos médicos han atestiguado la efectividad del tratamiento de Lang, y algunos incluso le envían pacientes.
George Chapman, controlado por Lang, efectúa una operación “del espíritu” en una de sus pacientes norteamericanas.
Parece haber pocas dudas respecto a que Chapman ha sido aceptado como un médium bona fide de William Lang por aquellos que conocieron y amaron al médico en su existencia terrenal. Tampoco existe ninguna razón para dudar de la entrega por parte de Chapman. Éste trabaja prácticamente sin cesar, viajando entre Inglaterra, Europa y los Estados Unidos, con un equipo de secretarias para atender al incesante diluvio de correo y peticiones de visita.
Inevitablemente, ha sido el éxito en las curaciones lo que ha excitado la imaginación del público, pero la curación no es el único objetivo de la asociación entre George Chapman y el doctor Lang. Chapman está seguro de que la finalidad de la misma es algo más profundo que el alivio de dolores y sufrimientos, por grande que pueda ser el valor de éste. Como dice en Surgeon from another world: «El verdadero propósito del retorno de su espíritu [el del doctor Lang] no es solamente, y de ello estoy convencido, curar a las personas enfermas. Es tocar el alma y darnos una nueva y convincente percepción y comprensión de la realidad espiritual que nos rodea.»
Los que han conocido al doctor Lang y han sido tratados por él, poseen su propia experiencia para reflexionar al respecto. Otros que aún no la tienen cuentan con los tributos y testimonios de pacientes, ex colegas y familiares como materia de reflexión. A diferencia de tantos otros capítulos en la historia de los médiums, la prueba del retorno del doctor Lang resiste a mucho más que una simple investigación superficial.
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