Cordillera andina
Los investigadores de la USC y la Universidad de Nanjing, en China, han documentado la evidencia que sugiere que parte de la razón de que la Tierra no sea tan sofocante como Venus ni tan frígida como Marte se encuentra en un dispositivo integrado regulador de dióxido de carbono atmosférico, los ciclos geológicos que agitan la superficie rocosa del planeta.
Los científicos saben desde hace mucho tiempo que la roca “fría”, empujada hacia la superficie a través de la formación de las montañas, actúa de manera efectiva como una especie de esponja, absorbiendo el gas CO2 de efecto invernadero. Este proceso, por sí mismo, simplemente reduciría los niveles de CO2 en la atmósfera a un punto que sumiría a la Tierra en un invierno eterno, en unos pocos millones de años, durante la formación de las grandes cadenas montañosas, como el Himalaya, que evidentemente no ha sucedido .
Mientras se ha atribuido ampliamente a los volcanes ser la fuente del dióxido de carbono, ellos solos no pueden equilibrar el exceso de absorción del dióxido de carbono por grandes cadenas montañosas. En cambio, resulta que la roca “fresca” expuesta por el levantamiento, también emite carbono a través de un proceso de meteorización química, el cual repone el dióxido de carbono atmosférico a una velocidad comparable .
“Nuestra presencia en la Tierra depende de este ciclo del carbono. Y es la razón de por qué la vida es capaz de sobrevivir”, señaló Mark Torres, autor principal de un estudio cuyos resultados aparecen en la revista Nature del 20 de marzo. Torres, becario doctoral en USC Dornsife College of Letters, y miembro del Center for Dark Energy Biosphere Investigations (C-DEBI), colaboró con Joshua West, profesor de Ciencias de la Tierra en la USC Dornsife y Gaojun Li, de la Universidad de Nanjing, en China.
Mientras que el dióxido de carbono en la atmósfera producido por el hombre está actualmente impulsando cambios significativos en el clima de la Tierra, el sistema geológico ha mantenido las cosas en equilibrio durante millones de años .
“La Tierra es como un gran reciclador natural”, dijo West. Torres y West estudiaron rocas recogidas de la cordillera de los Andes en Perú, y hallaron que los procesos de meteorización que afectan a las rocas liberan mucho más carbono de lo estimado previamente; en concreto, la rápida erosión en los Andes desentierra abundante pirita, un brillante mineral conocido como el “oro de los tontos” por su apariencia engañosa, y su descomposición química produce ácidos que liberan CO2 de otros minerales, lo que les motivó a considerar las implicaciones globales de la liberación de CO2 durante la formación de las montañas.
De igual forma que muchas otras grandes cadenas montañosas, como los grandes Himalayas, los Andes comenzaron a formarse durante el periodo Cenozoico, que comenzó hace unos 60 millones de años, y coincidió con una importante perturbación del ciclo del dióxido de carbono atmosférico. Usando los registros marinos del ciclo del carbono a largo plazo, Torres, West y Li, reconstruyeron el equilibrio entre la liberación de CO2 y la absorción causada por el levantamiento de grandes cadenas montañosas, lo que hallaron fue que el CO2 liberado por la erosión de las rocas pudo haber desempeñado un papel importante, aunque hasta ahora no reconocido, en la regulación de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera durante los últimos casi 60 millones de años.
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