sábado, 7 de noviembre de 2015

Hallan señales de un 'diluvio universal' que afectó a Europa



Basándose en resultados del estudio de anillos anuales de antiguos cedros de Europa, científicos estadounidenses crearon un atlas que muestra los cambios del nivel de precipitaciones en el Viejo Mundo durante los últimos dos mil años y explica las grandes hambrunas de los siglos XIV y XVIII.
Las crónicas medievales que datan de principios del siglo XIV describen la gran hambruna que asoló a Europa la primavera de 1315 y que durante dos años se cobró la vida de miles de personas.

Edward Cook, un geólogo de la Universidad de Columbia (EE.UU.), y sus colegas afirman en un artículo publicado en la revista académica 'Sience Advances'  haber descubierto la causa del desastre, marcado por niveles extremos de actividad criminal, infanticidio y canibalismo.

El equipo de Cook creó un atlas de mapas climáticos que muestra el alcance real de la catástrofe que sufrió Europa en el siglo XIV. Para desarrollar los mapas los científicos se basaron en resultados del estudio de anillos anuales de cedros centenarios y otros árboles antiguos de Alemania, Escandinavia e Irlanda, algunos de los cuales, según afirman los investigadores, fueron "contemporáneos de los antiguos romanos y de Jesús". 

El espesor de los anillos de crecimiento de los árboles, explican los científicos, depende de factores que limitan el crecimiento, como la temperatura, el total de la lluvia caída en el año y la intensidad de la iluminación. Generalmente, cuanto menor es el nivel de precipitaciones, el anillo es más oscuro y más fino.

Según afirman los investigadores, la gran hambruna de principios del siglo XIV fue provocada por altas y anormales precipitaciones en la mayor parte de Europa, desde Irlanda hasta Polonia, Bielorrusia y Lituania. Solo Italia, el sur de España y la mayor parte del Imperio Bizantino escaparon del flagelo del hambre.

Los científicos de la Universidad de Columbia también revelaron las causas de la hambruna irlandesa de 1740-41, que resultó en la muerte de un tercio de su población. De acuerdo con los investigadores, la tragedia no fue provocada solo por un invierno anormalmente frío, sino también por una primavera y un verano excepcionalmente secos.

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