Dada la increíble cantidad de energía desatada por la explosión de una supernova, tanta como la que el sol pueda crear durante toda su vida, otra errónea teoría del fin del mundo pretende que tal explosión podría ocurrir en 2012 y dañara toda la vida en la Tierra. Sin embargo, dada la inmensidad del espacio y las distancias entre las supernovas, los astrónomos pueden afirmar con total certeza que no hay ninguna amenaza estelar lo suficientemente cerca que pueda herir la Tierra.
Los astrónomos estiman que, de promedio, cada siglo explotan una o dos supernovas en nuestra galaxia. Pero también hay que saber que, para que la capa de ozono de la Tierra pueda sufrir algún daño de una supernova, la explosión debe ocurrir a menos de 50 años luz de distancia. Pues bien, todas las estrellas cercanas con posibilidades de convertirse en supernovas están mucho más allá de esa distancia.
Cualquier planeta con vida cercano a una estrella en vías de convertirse en supernova comenzará a experimentar problemas. La radiación X y los rayos gamma romperían la capa de ozono que nos protege de la dañina luz ultravioleta (UV) de los rayos del Sol. Cuanto menos capa de ozono hay, más luz UV alcanza la superficie. En algunas longitudes de onda, tan sólo con un aumento del 10 por ciento de la radiación UV a nivel del suelo, podría ser letal para algunos organismos, como el fitoplancton cercano a la superficie del océano. Y dado que estos organismos forman la base de la producción de oxígeno de la Tierra y de la cadena alimentaria marina, cualquier interrupción significativa de ellos desencadenaría una cascada de problemas por todo el planeta.
Otro circunstanciales eventos explosivos que podría darse, son llamados estallidos de rayos gamma (GRB), que suelen estar asociados con las supernovas. Cuando una estrella masiva colapsa sobre sí misma, o cuando, ya menos frecuentemente, colisionan dos estrellas compactas de neutrones, el resultado es el nacimiento de un agujero negro. Conforme la materia cae hacia el incipiente agujero negro, parte de ella se ve acelerada y expulsada en un chorro de partículas tan poderoso, que puede perforar literalmente su camino a través de toda la estrella, antes de que las capas más externas de ésta hayan incluso empezado a colapsarse. Si ocurre que uno de estos chorros viene dirigido hacia la Tierra, los satélites en órbita detectan el estallido de rayos gamma de alta energía en algún lugar lejanísimo del cielo. Estas explosiones se producen casi a diario, y son tan poderosas que pueden verse a través de miles de millones de años luz.
Una explosión de rayos gamma podría afectar a la Tierra de la misma forma que una supernova (y desde una distancia mucho mayor); pero sólo si su chorro de partículas está directamente señalando a nuestro planeta. Los astrónomos estiman que un estallido de rayos gamma podría afectar a la Tierra desde una distancia de 10.000 años luz hasta unos 15 millones de años, de promedio. Hasta ahora, el estallido más cercano registrado, conocido como GRB 031203, se produjo a 1,3 mil millones de años luz de distancia.
Al igual que otros impactos, nuestro planeta probablemente ya ha experimentado estos eventos durante su larga historia, pero no hay razón para esperar que en un futuro próximo se produzca ningún estallido de rayos gamma en nuestra galaxia, y mucho menos en diciembre de 2012.
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