De acuerdo a una investigación publicada en la revista 'Evolutionary Anthropology', la capacidad mental, el comportamiento y el rendimiento cognitivo del ser humano se encuentran estrechamente relacionados con el número de horas de sueño, cifra que fue variando a medida que nuestros antepasados evolucionaron.
David Samson y Charles Nunn, biólogos de la Universidad Duke (Carolina del Norte, EE.UU.) y autores del estudio, señalan que el desarrollo de habilidades que le permitieron a los primeros primates pasar de vivir en los arboles a estar en tierra firme estuvo acompañado por periodos de sueños más profundos, pero cada vez más cortos: la vida en el suelo significó más amenazas, conflictos con otras especies y períodos de tiempo más largos dedicados al aprendizaje que conllevaron a períodos de sueños cada vez más reducidos, pero a la vez más efectivos.
Con el fin de comprobar que los seres humanos poseen patrones de sueño más eficaces y más cortos con respecto a otros primates, se compararon los periodos de sueños de 21 de estos mamíferos para determinar qué tan prolongado era en cada uno la fase de sueño REM (periodo en el que el cerebro consolida y almacena los recuerdos). Los resultados demostraron que el sueño REM equivale casi al 25% en los humanos, cifra mucho mayor en comparación a la de otros primates como los lémures, y los monos nocturnos (5-10% de fase REM) que pueden llegar a dormir hasta 17 horas.
Menos horas de sueño permitieron períodos de actividad más largos para adquirir y transmitir nuevas habilidades y conocimientos, mientras que el sueño profundo fue fundamental para su consolidación, lo que llevó a las capacidades cognitivas mejoradas en los primeros seres humanos, concluye el estudio.
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