La compañera de nuestro planeta apareció —según la teoría más aceptada, por el impacto contra la Tierra de un cuerpo del tamaño de Marte— 95 millones de años después de la formación de nuestro sistema planetario, con un margen de error de más o menos 32 millones de años. Esto significa que es muy antigua: sopla ya 4.470 millones de velas.
Llegar a esta conclusión no es fácil, porque la Tierra no se formó de la noche a la mañana. Desde sus comienzos, nuestro planeta fue acumulando material en un larguísimo período de tiempo, algo que, en realidad, como explica John Chambers, del Instituto Carnegie para la Ciencia en Washington (EE.UU.), coautor de la investigación, todavía sigue haciendo a partir de los meteoritos que impactan contra su superficie y de las partículas de polvo interplanetarias.
Lo que «completó» la formación de la Tierra a grandes rasgos fue una supercolisión con otro cuerpo planetario llamado Theia (la madre de Selene, la Luna, en la mitología griega). El impacto apocalíptico generó una gran cantidad de escombros que salieron expulsados hacia el espacio y que, finalmente, se unieron formando la Luna.
Los diferentes esfuerzos para fijar la fecha de ese momento han propuesto una gran variedad de rangos. Algunos apuestan por un evento temprano, que ocurrió 30 millones de años después del nacimiento del Sistema Solar, mientras que otros sugieren que ocurrió 50 millones de años después y otros, que 100 millones de años después. La estimación de los investigadores dirigidos por los de Carnegie se acerca más a la última cifra. Para ello, han utilizado un nuevo método para realizar las mediciones del interior de la Tierra junto con simulaciones por ordenador del disco protoplanetario del cual se formaron nuestro planeta y otros.
El crecimiento de otros mundos
El equipo de Francia, Alemania y Estados Unidos simuló el crecimiento de los planetas Mercurio, Venus, Tierra y Marte a partir de un disco de miles de bloques de construcción planetarios en órbita alrededor del Sol. Mediante el análisis de la historia del crecimiento de los planetas similares a la Tierra a partir de 259 simulaciones, los científicos descubrieron una relación entre el tiempo en el que la Tierra fue impactada por un gran objeto para crear la Luna y la cantidad de material añadida a nuestro mundo después de ese impacto.
La simulación por ordenador se completó con detalles sobre la masa de material agregada a la Tierra por acreción después de la formación de la Luna, lo que revela una relación que funciona como un reloj hasta la fecha del evento que formó la Luna. Según explican los autores, este es el primer «reloj geológico» a principios de la historia del Sistema Solar que no se basa en mediciones e interpretaciones de la desintegración radiactiva de los núcleos atómicos para determinar la edad.
A partir de estas mediciones geoquímicas, el reloj de reciente creación data la Luna en 95 ± 32 millones de años tras el inicio del Sistema Solar. Esta estimación de la formación de la Luna está de acuerdo con algunas interpretaciones de las mediciones de datación radiactiva, pero no con todas.
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