El juguete pertenecía a una tradicional línea de productos infantiles conocidos como Raggedy Ann.
El personaje había sido creado por Johnny Gruelle en 1920 y se destacó en una exitosa saga literaria. A partir de 1935 sobresalió como uno de los productos infantiles más vendidos en los Estados Unidos que inclusive llegó a tener sus propios cortos animados a cargo de los legendarios Estudios Fleischer, responsables de los primeros dibujos de Superman y Popeye.
Para 1970 esta clase de muñecas no habían perdido su vigencia y seguían generando atracción en niñas y coleccionistas de juguetes.
Donna era una estudiante de enfermería que vivía en una casa junto a Angie, una amiga que cursaba la misma carrera universitaria.
Cuando cumplió 20 años su madre le regaló una muñeca que tenía el tamaño real del cuerpo de un niño de dos años. Sin embargo, el regalo que había recibido Donna resultó ser muy diferente. Las situaciones extrañas en un principio fueron muy sutiles.
Donna solía decorar su cama con la muñeca y empezó a notar que cuando volvía de la universidad el juguete no se encontraba en la posición en la que lo había dejado. La situación se volvió preocupante cuando las jóvenes entraron un día a la casa y se encontraron con la pequeña Ann arrodillada frente a la puerta de entrada. Ahora la muñeca se trasladaba sola por los cuartos.
Lou era el novio de Donna y desde que el vio el juguete por primera vez sintió un rechazo enorme hacia el regalo que le habían hecho a la joven. Había algo siniestro en esa muñeca de apariencia inocente que no podía explicar.
El tema pasó a ser más serio cuando las chicas empezaron a encontrar mensajes en la casa escritos con la letra de un niño en papeles de pergamino. Los mensajes era siempre los mismos. “Ayuda“ y “Ayuda a Lou”.
La primera reacción fue el temor al que alguien estuviera entrando en la propiedad para hacer ese tipo de bromas pesadas.
Donna y Angie decidieron tomar precauciones por miedo que se tratara del algún delincuente y fue por aquellos días cuando la situación empeoró.
Una noche al entrar en su cuarto Donna encontró a la muñeca sobre su cama con las manos manchadas por un líquido que parecía ser sangre.
La situación había asustado a la jóvenes y decidieron acudir a una medium que se encargó de revisar la muñeca.
Así fue que se enteraron que en el juguete habitaba el espíritu de una niña de siete años llamada Annabelle Higgins, quien había sido asesinada en la zona donde se encontraba la casa y que muchos años atrás había sido un campo donde ella solía jugar.
El espíritu de Annabelle le dijo a la medium que ella se se sentía cómoda frente a la presencia de Donna y Angie y les pedía que la aceptaran para que pudiera ser amada y cuidada por ellas. Conmovidas por la historia las estudiantes de enfermería entonces aceptaron al espíritu en sus vidas y comenzaron a llamarla Annabelle.
Para Lou la decisión de su novia le parecía una completa locura y le aconsejó reiteradas veces que se deshiciera de la muñeca.
Al poco tiempo que se reveló la historia de Annabelle el muchacho comenzó a tener pesadillas recurrentes con el juguete.
Lou había decidido terminar con de una vez por todas con la muñeca pero Annabelle actuó primero.
Sucedió un día en que los jóvenes se encontraban preparando los detalles de un viaje que iban a realizar.
De repente se escucharon ruidos en la casa como si algún intruso hubiera irrumpido en el lugar por la fuerza.
Los ruidos provenían del cuarto de Donna. Lou entró en la habitación y descubrió que todo estaba en orden salvo por un detalle.
Annabelle no estaba en la cama sino que se encontraba sentada en una esquina de la habitación. En el momento en que el muchacho se acercó a la muñeca sintió una extraña presencia sobre sus espaldas como si alguien se encontrara detrás suyo.
Un dolor se manifestó sobre su estómago y su pecho empezó a sangrar y manchar su remera. Eran siete cortadas que tenían el aspecto de una garra.
El Padre Egan era un respetado sacerdote de la comunidad de Connecticut y cuando escuchó la historia que le contaron las estudiantes de enfermería enseguida supo que se trataba de una situación paranormal.
Como no quería sacar falsas conclusiones discutió los hechos con el Padre Cooke, quien tenía una posición elevada dentro de la Iglesia y conocía a dos expertos en demonología que iban a saber como tratar el caso y descubrir si realmente se trataba de la presencia de un espíritu en la casa de las chicas.
Ed y Lorraine Warren eran un matrimonio que contaban con gran experiencia en el tema y habían fundado en 1952 La Sociedad de Investigación Psíquica de Nueva Inglaterra además de abrir el famoso Museo del Ocultismo en Connecticut que sería el destino final de Annabelle.
Los investigadores trabajaron durante varias semanas en el caso hasta que llegaron a la siguiente conclusión.
Annabelle Higgins no existía y las estudiantes de enfermería habían cometido serios errores que les podían haber costado la vida.
Ed Warren determinó que la muñeca no estaba poseída sino embrujada, que es algo muy distinto.
A lo largo de su carrera descubrió que los espíritus no poseen objetos materiales sino personas. En la casa de Donna había una entidad demoníaca que se encargaba de movilizar la muñeca para crear la ilusión que estaba viva.
La muñeca era un objeto que el espíritu usaba para atraer la atención de las jóvenes. Su verdadero objetivo era poseer a Donna.
Cuando llamaron a la medium y convocaron al espíritu le abrieron la puerta a una entidad maligna al que encima le dieron un nombre (Annabelle) y aceptaron su presencia en el lugar.
En el momento en que le dieron reconocimiento a la muñeca también le dieron poder al demonio que la utilizaba.
Lou había sido atacado porque era una amenaza para la entidad paranormal, ya que él quería deshacerse de la muñeca.
Finalmente los Warren junto con el sacerdote Cooke decidieron hacer un exorcismo en la casa para limpiar el lugar de la energía maligna y negativa que había en todas las habitaciones.
Como no podían tener la seguridad que el ente demoníaco se hubiera desapegado de la muñeca por completo, los Warren decidieron llevarse con ellos al juguete para tenerlo custodiado y que no terminara en manos de otras personas que vivieran lo mismo que las jóvenes universitarias.
La pareja no tardó en comprobar que el espíritu seguía vinculado a la muñeca. Un tiempo después los investigadores fueron testigos de como el juguete aparecía en distintas habitaciones de su casa o se instalaba en la silla de la oficina de Ed.
El sacerdote exorcista Jason Bradford que había colaborado con los Warren en algunos casos un día intrigado por la historia sintió curiosidad de conocer a Annabelle. Cuando la tuvo en sus manos la zamarreó e hizo el comentario que no tenía ningún poder ni podía lastimar más a nadie.
Aquella misma noche mientras el sacerdote regresaba a su casa los frenos de su auto fallaron y ocasionaron un accidente en una autopista. El Padre salvó su vida de manera inexplicable y su auto quedó completamente destruido.
A partir de ese momento los Warren decidieron encerrar a Annabelle en una casilla especial cerrada con llave. Desde entonces la muñeca nunca más se movió pero volvió a ser noticia hace unos años por un hecho misterioso.
El museo de los Warren con objetos embrujados actualmente está abierto al público que puede recorrerlo con visitas guiadas y conocer a Annabelle entre otras cosas escalofriantes.
Una pareja de adolescentes fue un día al museo. El muchacho que estaba acompañado de su novia se burló de la muñeca y la historia que contaron los guías y empezó a golpear la casilla donde estaba encerrada.
El propio Ed Warren tuvo que despedirlo del museo y la pareja se retiró en una moto. Mientras el joven seguía haciendo chistes sobre Annabelle perdió el control del vehículo y terminó estrellado contra un árbol.
El chico murió en el acto y su novia estuvo un par de meses internada en un hospital. ¿Habrá sido responsable el ente que sigue vinculada a la muñeca? Es algo imposible de comprobar.
Sin embargo, la trágica anécdota siempre se les narra a los turistas en el museo de los Warren para evitar que otro chistoso decida hacer bromas frente a la presencia de Annabelle.
Los hechos narrados en esta artículo se hicieron públicos cuando se publicó en 1980 el libro de Gerald Britlle, “The Demonoligist: The Extraodinary Carrer of Ed and Lorraine Warren” que recientemente fue reeditado en inglés con motivo del estreno de la nueva producción del director Wan.
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