En 1992 los geólogos rusos que buscaban oro en la zona de Narda Creek, en plenos Urales, no salían de su asombro cuando descubrieron unas pequeñas espirales metálicas similares a muelles en estratos geológicos muy antiguos.
La noticia apenas fue divulgada, pero pronto se convirtió en el tema de conversación de aventureros, buscadores de oro y geólogos que visitaban las orillas de los ríos Narada, Kozom y Balbanju donde estas extrañas espirales se encontraban por centenares.
Todas ellas guardaban la particularidad de ser extremadamente pequeñas (algunas median menos de 0,05mm y no mas de 3cm) y estaban formadas de cobre y materiales poco comunes como wolframio o molibdeno. Además, no parecían responder a ninguna clase de formación natural.
Imagen cortesía de Luc Bürgin. “Enigmas Arqueologicos” Edit. Timus Mas
Los más escépticos pronto etiquetaron el enigma de las espirales como un fraude. Otros abogaban por que estas piezas no eran más que cristales de wolframio procedentes de la ruta de despegue de los cohetes rusos desde la estación espacial de Plisezk, de tal manera que el tema casi cayó en el olvido hasta unos años después.
Y es que en 1995 la noticia llego a oídos del periodista e investigador ruso Valery Uvarov que organizo una expedición a los Urales junto con la geologa Elena Matveeva con el propósito de investigar este desconcertante misterio. Uvarov y Matveeva localizaron más espirales en un estrato del río Balbanju de 100.000 años de antigüedad compuestas de cobre y wolframio. El wolframio (mas popularmente conocido como tungsteno) es uno de los metales que mas temperatura puede soportar (en concreto 3396ºC) y se usa actualmente para, entre otras cosas, la elaboración de componentes y resistencias eléctricas.
Imagen cortesía de Luc Bürgin. “Enigmas Arqueológicos” Edt. Timus Mas
Tras los estudios que se llevaron a cabo, a instancia de los descubrimientos de Uvarov, en elInstituto de Helsinki, en la Academia Rusa de Ciencias Syktyvka y en el Instituto Central de Investigación de Geología y Reconocimiento de metales no ferrosos y nobles de Moscú (ZNIGRI) se arrojaron conclusiones cuanto menos desconcertantes.
Los estratos de lodo y guijarros, así como la erosión por lavaje que presentaban las espirales situaban su datación en torno al pleistoceno superior (es decir, su antigüedad rondaba los 100.000 años). Por otra parte, la capa vítrea que se había formado alrededor de algunas de ellas indicaba que habían sido sometidas a temperaturas muy elevadas y, además, después del pormenorizado estudio de las espirales con microscopios de las 100 aumentos dieron como resultado que sus anillas guardaban la proporción perfecta del circulo basada en conocimientos del numero Phi.
Así pues, el 29 de noviembre de 1996 Elena Matveeva redacta un dossier con las conclusiones del estudio del ZNIGRI en el cual concluye diciendo: “…con todos los datos expuestos, se plantea la cuestión del posible origen ‘no terrestre’ de los objetos.”(18/485-29.11.96)
Imagen cortesía de Luc Bürgin. “Enigmas Arqueologicos” Edt. Timus Mas
Las teorías al respecto de la naturaleza de estos extraños Ooparts ha disparado todas las hipótesis: ¿un simple fraude?, ¿antiguos componentes de dispositivos electro-mecánicos?, ¿partes de algún tipo de antigua antena de comunicaciones de una civilización desconocida?, ¿fragmentos de alguna clase de transporte?, ¿restos arqueológicos de una antigua “guerra” extraterrestre en nuestro planeta?…
Tras la muerte en el año 1999 de del Dr. Johannes Fiebag, el investigador cabecera del hallazgo junto con la “Ancient Astronaut Society”, el caso dejo de investigarse, pero casi 20 años después de su hallazgo, la incógnita de estas espirales sigue en el aire.Totalmente descartada la posibilidad de una formación natural y de manufactura humana…¿Quién las hizo? ¿Con que propósito? De no ser un fraude, la respuesta esta a 100.000 años de distancia, en algún oscuro rincón de nuestra historia.
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