domingo, 25 de enero de 2015

Rompen barba de Tutankamón y la arreglan con pegamento

Empleados del Museo Egipcio de El Cairo pegaron apresuradamente con resina epoxídica la barba trenzada en azul y oro de la máscara fúnebre del faraón Tutankamón, lo que dañó la reliquia tras ser derribada durante el proceso de limpieza, informaron curadores del museo.

Según han publicado distintos medios este jueves, la prominente barba quedó separada del resto mientras era limpiada. Los curadores la pegaron apresuradamente utilizando resina, lo que causó daños, explicó un curador del museo en anonimato, en declaraciones a la versión digital del periódico egipcio Al Ahram.

«Se usó una sustancia nada apropiada. La resina epoxídica tiene una alta propiedad de adhesión y se utiliza en metal o piedra, pero no creo que haya sido lo adecuado para un objeto tan preciado como la máscara dorada de Tutankamón», dijo uno de los curadores.

«Lamentablemente —añadió— la resina se secó, dejando un espacio entre la cara y la barba que antes no existía».

Por su lado, el director general del Museo Egipcio, Mahmoud El-Halwagi rechazó todas las acusaciones y dijo a Ahram Online que la máscara está sana y salva y no le pasó nada desde que asumió el cargo el pasado mes de octubre. Explicó, además, que la barba se encuentra en su posición original en la máscara, y así ha sido desde que ésta fue descubierta en la tumba de Tutankamón en 1922.

Agregó que la máscara se somete periódicamente a limpieza y conservación y que si se hubiera encontrado alguna brecha, los curadores del museo se hubieran dado cuenta y la habrían reparado.

Mientras, el ministro de Antigüedades, Mamdouh Eldamaty, aseguró que lo que se ha publicado es infundado. Explicó que la barba tiene una ubicación fija en la máscara y no puede estar fuera de lugar.

«El rostro de la máscara tiene un agujero en la barbilla, donde entra el pasador de la barba para mantenerla en su lugar fuertemente», explicó Eldamaty. «Se usa un material de conservación que se retira después del secado, y eso fue lo que sucedió el año pasado durante la restauración periódica llevada a cabo en la máscara».

Dentro de dos días, un comité arqueológico asignado remitirá su informe final detallado sobre la máscara del Rey Tut. ¿Se encontrará bien… o acaso quienes la dañaron pronto enfrentarán la antigua maldición de este faraón?



Descifran las palabras de un pergamino calcinado por el Vesubio



Científicos del Instituto de Microelectrónica y Microsistemas en Nápoles (Italia) han conseguido leer un antiguo pergamino carbonizado por la erupción del Vesubio hace casi 2.000 años. Hasta ahora, solo han podido descifrar unas cuantas palabras, pero el avance, realizado con una técnica de rayos X, podría conducir al redescubrimiento de las obras griegas o romanas de la literatura en cientos de papiros que se consideran demasiado frágiles para desenrollar y leer.

La erupción del Vesubio en el año 79 d.C. borró del mapa las ciudades cercanas de Pompeya y Herculano, que quedaron cubiertas de ceniza volcánica. No se libraron ni las más humildes moradas ni las villas de lujo. En Herculano, la lluvia de cenizas cayó también sobre una biblioteca que se cree perteneció al cuñado del mismo Julio César. La biblioteca, redescubierta en el siglo XVIII, contiene cientos de rollos de papiro, ahora marchitos como si fueran trozos de carbón o viejos troncos quemados.

Científicos y clasicistas han tratado de desenrollar los papiros y leer su contenido, pero varios se destruyeron en el proceso. Incluso se intentó utilizar procedimientos químicos, pero resultaron un desastre. La biblioteca contiene entre 600 y 700 libros, y es posible que la mitad estén aún intactos.

Alfabeto griego

En 2009, Brent Seales, un científico de la computación en la Universidad de Kentucky en Lexington, utilizó por primera vez rayos X para ver el interior de dos papiros cerrados. Fue un buen intento, pero   resultó inútil para leer las letras.

Ahora, los investigadores han intentado una técnica diferente, llamada tomografía de fase de rayos X, que se utiliza en medicina para ver las estructuras de tejidos blandos, como el cerebro, los pulmones o el pecho. Funciona mediante la detección del contraste de cómo los materiales refractan, en lugar de absorber, los rayos X. En el pergamino, las letras entintadas se elevaban 0,1 milímetros sobre la superficie. Ese pequeño bache fue suficiente para que el equipo pudiera distinguir la tinta con los rayos X del Sincrotrón de Grenoble, en Francia.

Los investigadores fueron capaces de descifrar un alfabeto de letras griegas, y palabras ocasionales. Creen probable que el texto sea una copia del escrito por el filósofo y poeta Filodemo (110 aC-40 aC), que se veía a sí mismo como el defensor de las enseñanzas de Epicuro, filósofo que vivió dos siglos antes y construyó un sistema de ética basado en una visión materialista del mundo.

«Los textos son muy importantes para nuestra comprensión de la filosofía helenística», dice a Nature David Blank, un clasicista de la Universidad de California, Los Ángeles, y uno de los responsables del proyecto. Los investigadores esperan hacer nuevos progresos y creen posible que más papiros sigan ocultos en Herculano, por lo que animan a que continúen las excavaciones.



domingo, 11 de enero de 2015

UN EXTRAÑO RUIDO DETECTADO POR EL GEO 600 PODRÍA PROBAR QUE VIVIMOS EN UN HOLOGRAMA


El detector de Hanóver quizá se haya topado con el límite fundamental del espacio-tiempo

El detector de ondas gravitacionales GEO 600, de Hanóver, en Alemania, registró un extraño ruido de fondo que ha traído de cabeza a los investigadores que en él trabajan. El actual director del Fermilab de Estados Unidos, el físico Carl Hogan, ha propuesto una sorprendente explicación para dicho ruido: proviene de los confines del universo, del rincón en que éste pasa de ser un suave continuo espacio-temporal, a ser un borde granulado. De ser cierta esta teoría, dicho ruido sería la primera prueba empírica de que vivimos en un universo holográfico, asegura Hogan. Nuevas pruebas han de ser aún realizadas con el GEO 600 para confirmar que el misterioso ruido no procede de fuentes más obvias. Por Yaiza Martínez.


Gran espejo. Los componentes ópticos del haz de láser del GEO600 están hechos de cuarzo fundido. Fuente: Instituto Albert Einstein de Hanóver.

En 2006, Tendencias21 publicaba un artículo en el que se aunciaba la puesta en marcha del GEO 600 de Hanóver, en Alemania, un detector de ondas gravitacionales que se creía podía revolucionar la astronomía. La misión del GEO 600 consistía en detectar de manera directa lo que nunca antes había sido detectado: las elusivas ondas gravitacionales, que son ondulaciones del espacio-tiempo producidas por un cuerpo masivo acelerado –como un agujero negro o una estrella de neutrones- y que se transmiten a la velocidad de la luz. Estas ondas gravitacionales fueron predichas por la Teoría de la Relatividad de Einstein, pero en realidad sólo se han podido recoger evidencias indirectas de ellas.

Tampoco el GEO600, en sus años de funcionamiento, ha conseguido detectar de forma directa las ondas gravitacionales pero, según publicó recientemente la revista Newscientist quizá, casualmente, se haya topado con el más importante descubrimiento de la física en los últimos 50 años.

Gigantesco holograma cósmico

Un extraño ruido detectado por el GEO600 trajo de cabeza a los investigadores que trabajan en él, hasta que un físico llamado Craig Hogan, director del Fermi National Accelerator Laboratory(Fermilab), de Estados Unidos, afirmó que el GEO600 se había tropezado con el límite fundamental del espacio-tiempo, es decir, el punto en el que el espacio-tiempo deja de comportarse como el suave continuo descrito por Einstein para disolverse en “granos” (más o menos de la misma forma que una imagen fotográfica puede verse granulada cuanto más de cerca la observamos).

Según Hogan, “parece como si el GEO600 hubiese sido golpeado por las microscópicas convulsiones cuánticas del espacio-tiempo”. El físico afirma que si esto es cierto, entonces se habría encontrado la evidencia necesaria para afirmar que vivimos en un gigantesco holograma cósmico.

La teoría de que vivimos en un holograma se deriva de la comprensión de la naturaleza de los agujeros negros y, aunque pueda parecer una teoría absurda, tiene una base teórica bastante firme.

Los hologramas de las tarjetas de crédito y billetes están impresos en películas de plástico bidimensionales. Cuando la luz rebota en ellos, recrea la apariencia de una imagen tridimensional. En la década de 1990, el físico Leonard Susskind y el premio Nobel Gerard ‘t Hooft sugirieron que el mismo principio podría aplicarse a todo el universo.

Unidades de información

Según esta teoría, nuestra experiencia cotidiana podría ser una proyección holográfica de procesos físicos que tienen lugar en una lejana superficie bidimensional. Desde hace algún tiempo, los físicos han mantenido que los efectos cuánticos podrían provocar que el continuo espacio-tiempo convulsionara descontroladamente a escalas muy pequeñas. A estas escalas, la red espacio-temporal podría granularse, y estar compuesta de diminutas unidades (similares a los píxeles) de un tamaño de aproximadamente cien trillones de veces el tamaño del protón.

Si el ruido captado por el GEO600 ha registrado estas hipotéticas convulsiones, según Hogan, la descripción del espacio-tiempo cambiaría radicalmente. Eso supondría considerar el espacio-tiempo como un holograma granulado, y describirlo como una esfera cuya superficie exterior estaría cubierta por unidades del tamaño de la longitud de Planck (distancia o escala de longitud por debajo de la cual se espera que el espacio deje de tener una geometría clásica).

Cada una de estas “piezas” del mosaico universal sería, asimismo, una unidad de información. Y, según el principio holográfico, la cantidad total de información que cubre el exterior de dicha esfera habría de coincidir con el número de unidades de información contenidas en el volumen del universo.

Detección posible o error de fondo

Teniendo en cuenta que el volumen del universo esférico sería mucho mayor que el volumen de la superficie exterior, este galimatías se complica aún más. Pero Hogan también señala una solución para este punto: si ha de haber el mismo número de unidades de información o bits dentro del universo que en sus bordes, los bits interiores han de ser mayores que la longitud de Planck. “Dicho de otra forma, el universo holográfico sería borroso”, explica el físico.

El rayo láser del detector de ondas gravitacionales sólo puede verse con un dispositivo especial. Fuente: Wolfgang Filser/Max Planck Society.

La longitud de Planck ha resultado demasiado pequeña para ser detectada hasta la fecha, pero Hogan afirma que el GEO600 ha podido registrarla porque la “proyección” holográfica de la granulosidad podría ser mucho mayor, de alrededor de entre 10 y 16 metros.

Lo que ha detectado el GEO600, en definitiva, podría ser la borrosidad holográfica del espacio-tiempo, desde el interior de este universo holográfico. Cierto es que aún está por demostrar que el extraño ruido captado, de frecuencias entre los 300 y 1.500 hertzios, no proceda de cualquier otra fuente, reconoce Hogan.

Esta posibilidad también ha de considerarse, dada la sensibilidad del detector para captar desde el ruido del paso de las nubes hasta el de los movimientos sísmicos terrestres. De hecho, los investigadores del detector se afanan continuamente en “borrar” ruidos de fondo detectados por el GEO600, para poder definir lo importante.

Nuevas pruebas

De cualquier manera, si el GEO600 hubiera descubierto el ruido holográfico procedente de las convulsiones cuánticas del espacio-tiempo, entonces ese ruido obstaculizaría la detección de las ondas gravitacionales. Sin embargo, por otro lado, el hallazgo podría suponer un descubrimiento incluso más fundamental, sin precedentes en la historia de la física.

Según publicó recientemente la web del GEO600, para probar la teoría del ruido holográfico, la sensibilidad máxima del detector ha sido modificada hacia frecuencias incluso más altas.

Los científicos consideran que el GEO600 es el único experimento del mundo capaz de probar esta controvertida teoría, al menos en la actualidad.




Los habitantes de la Tierra serán capaces de divisar Mercurio a simple vista


Usualmente Mercurio es considerado el planeta más imperceptible desde la Tierra por su posición cercana al Sol. Sin embargo el día 14 de enero el planeta se alejara del centro de la Sistema Solar y será visible para todos los habitantes de nuestro planeta.

La órbita de este cuerpo espacial tiene una forma elíptica y en su punto más lejano permite al planeta a alejarse a 69 millones de kilómetros del Sol y ser visible en el cielo nocturno de la Tierra.

Ese día el Sol no podrá eclipsar al planeta, de ese modo aumentará la posibilidad de ver Mercurio en ausencia de nubosidad, humo y fuentes de luz artificial, informa el portal Earthsky.org.

Se cree que el planeta podría verse cerca de Venus. 


"Olvídense de la materia oscura": Científicos descubren novedad en estrellas de neutrones


Pedro Moraes y Oswaldo Miranda sustentan la última teoría sobre la existencia de estrellas de neutrones, formadas de una materia extraña. Si se comprueba este hecho en el futuro el descubrimiento de ese fenómeno contribuiría a otro: la detección de las ondas gravitacionales, informa 'The Daily Mail'.

Se cree que si estrellas de este tipo existen, ellas están interactuando con las de neutrones dentro de los sistemas binarios y producen efectos que resultarían en la detección de las ondas gravitacionales. El hallazgo de estas ondas es una de las cuestiones más polémicas en la ciencia cósmica.

Es muy interesante, opinan los científicos, que las estrellas de neutrones contienen los bariones y cuarks. Los cuarks se combinan de una manera específica y forman las partículas subatómicas, tales como protones y neutrones. Estos procesos contribuyen a que las estrellas de neutrones puedan ser muy fácilmente comprimidas y convertidas en materia extraña. 


Oricalco, el mítico metal de la Atlántida, es hallado en un naufragio


Resplandecientes piezas de un metal conocido como oricalco, que según los antiguos griegos provenía de la mismísima Atlántida, han sido recuperadas de un barco hundido hace más de 2.600 años en la costa sur de Sicilia.

La embarcación que llevaba el precioso cargamento habría sido devorada por las fuerzas de Poseidón cuando se encontraba próxima a entrar en el puerto de Gela.

«El naufragio data de la primera mitad del siglo VI», declaró Sebastiano Tusa, de la Superintendencia del Mar en Sicilia. «Fue encontrado a 300 metros de la costa a poco más de 3 metros de profundidad».

Los buzos recuperaron un total de 39 lingotes que yacían dentro del barco semienterrados en la arena. «No se ha descubierto nada similar, sabíamos de la existencia del oricalco gracias a los textos antiguos y unos pocos objetos ornamentales», expresó entusiasmado Tusa.

Tesoro atlante

El metal legendario es mencionado en escritos antiguos siendo los más significativos los textos de Platón sobre la Atlántida. Según estos escritos este metal sería el segundo más valioso y era extraído en muchas parte de la Atlántida, la cual brillaba gracias «al resplandor rojizo del oricalco». La palabra oricalco significa «cobre de montaña» y deriva del griego.

En la mitología griega, el creador del maravilloso metal fue Cadmo, el rey de una tribu de Canaán, a quién se atribuye la introducción del alfabeto en Grecia, al igual que la del arado, la fundición de metales y la agricultura.

Según estudios de muchos especialistas en metales e historiadores de la minería, el oricalco u orichalcum no es más que una aleación de cobre, zinc y plomo, muy probablemente el conocido como latón dorado. Sin embargo, la referencia dada por Platón en Critias elimina la posibilidad de que sea una aleación de metales, ya que «se le extraía de la tierra en muchos lugares de la isla» (Critias, 114). A la vista de esta descripción algunos arqueólogos han pensado que el oricalco no era más que el ámbar: precisamente durante la Edad de Bronce final (s. XII-X a.C.) el ámbar era uno de los principales productos que, desde la Península de Jutlandia, los navíos de Tartessos exportaban a todo el Mediterráneo junto con el estaño, el bronce y la plata.

El investigador británico James Allen, quien propone la teoría de ubicar la Atlántida en el Altiplano andino, establece que el oricalco corresponde a la aleación natural de oro y cobre que existe en forma única y abundante en esa región (minas en Urukilia, muy cerca de Pampa Aullagas), de la cual hay hecha gran cantidad de artesanía rescatada por la arqueología.

Sobre los lingotes encontrados

Al ser analizados mediante fluorescencia de rayos-X, los 39 lingotes resultaron ser una aleación hecha en un 75-80 por ciento de cobre, 15-20 por ciento de zinc, y pequeños porcentajes de níquel, plomo e hierro.

«El hallazgo confirma que un siglo después de su fundación en el 689 a.C., Gela creció para convertirse en una ciudad opulenta con talleres de artesanos especializados en la producción de artefactos preciosos», señaló Tusa. Los 39 lingotes recuperados del naufragio estaban, de hecho, destinados a estos talleres donde serían utilizados para decoraciones de alta calidad.

Cualquiera sea el origen y naturaleza del oricalco, el equipo de Tusa tiene planes para hacer excavaciones en el naufragio y traer a la superficie todo el cargamento. ¿Descubrirán más tesoros legendarios?